El presidente Javier Milei, durante una cena de recaudación de fondos en Puerto Madero, ha vuelto a transferir la responsabilidad de la crisis económica a la oposición, afirmando que “si fuera cierto que no llegan a fin de mes, la calle tendría que estar llena de cadáveres”. Esta declaración, que minimiza las dificultades que enfrentan millones de argentinos, se suma a una constante estrategia de deslindar a su gobierno de los problemas del país.
La carga de la culpa siempre recae en los otros
La costumbre del presidente de transferir la culpa a sus predecesores y adversarios políticos se ha convertido en un sello distintivo de su discurso, evitando así asumir la responsabilidad de gobernar. En lugar de reconocer el impacto de sus políticas en la capacidad de compra de la población, Milei optó por una retórica que desacredita las quejas sobre la situación económica.
En el mismo evento, Milei defendió su reciente veto a un aumento de jubilaciones, comparando la situación con argumentos utilizados por la oposición en el pasado: “Parece que los que hoy tanto reclaman por las jubilaciones son los mismos que en su momento vetaron”. Con esta declaración, buscó desviar la atención de su propia decisión, que impacta directamente en los ingresos de los jubilados, y la atribuyó a una hipocresía de sus adversarios.
Finalmente, el presidente reforzó su argumento de que la crisis es una herencia del gobierno anterior. “Los kukas parece que nos dejaron en Suiza y nosotros cometimos una masacre, cuando en realidad los que destruyeron y se consumieron el capital empobreciendo a la gente fueron ellos”, afirmó. De esta forma, Milei continúa evadiendo la responsabilidad de su gestión, presentando los problemas como una consecuencia exclusiva de la “herencia recibida” y no como un desafío que le toca a él resolver. Esta narrativa constante no solo desvincula al gobierno de los efectos de sus propias políticas, sino que también refuerza la polarización política.