Sin una recomposición previa de los haberes, la movilidad jubilatoria por inflación puede resultar tanto o más perjudicial que la fórmula actual. Por eso la impulsan quienes son co-responsables del desastre en que han caído los haberes y demás prestaciones sociales.
La fórmula de movilidad jubilatoria se aplica según la evolución de los salarios y de la recaudación con destino a la seguridad social con un retraso de tres meses. Por ejemplo, en marzo, la movilidad tomará en cuentas esas variables del período octubre, noviembre y diciembre, meses de altísima inflación, pero que seguramente serán inferiores a los de enero, febrero y marzo 2024.
En consecuencia, al aplicarse en marzo el próximo aumento por movilidad, el porcentaje será muy inferior a la inflación del primer trimestre del año, con lo que las jubilaciones, pensiones y prestaciones sociales volverán a sufrir una fuerte caída del poder adquisitivo, por encima de la que tuvieron durante los gobiernos de Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Se estima que la inflaciónse ubicaría en los siguientes valores:25% en enero, 19/20% en febreroy otro tanto en marzo.
Si se mantiene la actual fórmula de movilidad, para que el porcentaje de aumento de las jubilaciones y demás prestaciones supere la inflación, la suba de los precios debería ir descendiendo. Y entonces, al tomar en cuenta las variables de los tres meses anteriores, el porcentaje de incremento de los haberes superaría el de la inflación.
Para evitar que esto suceda –o sea, que las jubilaciones suban por encima del incremento de los precios y tengan al menos una mínima recuperación– desde el gobierno nacional y sectores de la oposición plantean modificar la actual fórmula por otra que contemple la inflación, sin que previamente haya un aumento de emergencia que compense lo perdido en estos últimos seis años que, en promedio, es del 45%.
Domingo Cavallo lo dijo claramente: sostuvo que la existencia de contratos a más de 30 días de plazo no ajustables por inflación (caso movilidad previsional) será un problema para la “baja drástica” de la inflación, por lo que aconseja que salarios, jubilaciones y alquileres “se ajusten mensualmente, con el menor rezago posible, por el índice de precios al consumidor”.
Es decir que el trimestre julio-septiembre no fue tomado en cuenta. Por eso, el incremento de haberes de marzo fue del 5,7%, mientras que si se hubiera aplicado la fórmula anterior debió haberse establecido un aumento del 14,6%.
Con Alberto Fernández, el cambio de fórmula arrancó en 2021 y durante 2020 se otorgaron aumentos por decretos diferenciados: los haberes mínimos tuvieron un alza del 35,3% pero el resto de apenas el 25,3%, contra una inflación del 36,1%.
Como puede apreciarse, los cambios en la movilidad arrancan con una clara pérdida inicial de los haberes. Y los que la propugnan ahora no ocultan que ese es el objetivo.